No lo puedo evitar me gusta la montaña, me gusta recorrer caminos cuanto más escabrosos mejor. Caminar por un sendero me despeja como solamente la fotografía lo hace, y cuando puedo unir ambas aficiones ya no digo nada.
Lo malo de caminar y hacer fotos, es que caminas más que fotos haces, pero el disfrute es máximo en cualquier aspecto. Si a la caminata le unes buena compañía, poco más se puede pedir, bueno tal vez unas nubecitas, menos calor, más arbolado, más ríos, etc. Pero ciertamente cada día me doy cuenta que soy más de montaña que de playa, por lo menos para caminar por senderos, porque fotográficamente hablando la costa es una fuente inagotable de recursos visuales.
Hace unos días pude disfrutar de una bonita noche de alta montaña en un refugio bajo las estrellas, con la idea de fotografiar el firmamento una vez más. Pero la Luna, casi llena por aquellas fechas no dejó que el espectáculo nocturno que podría captarse a más de 2000 m de altitud fuese en su máximo exponente. Pero incluso en estas condiciones el cielo presentaba una estampa imponente.
Esta imagen es de un pequeño paseo cerca del refugio antes que cayera la noche y el frescor nocturno lo llenara todo. Una baliza de señalización del sendero Sulayr, una ruta más que interesante por la cara norte de nuestra Sierra Nevada. Esta ha sido mi primera pernocta en alta montaña y he de confesar que e ha encantado, a pesar que no llevaba el equipo suficiente para no pasar frío. Espero poder volver a repetir en más ocasiones, no solo en nuestra montaña del Sol sino en otras cadenas montañosas.
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