Había que salir de Almería, el calor me está matando, no me deja pensar, no me deja correr, no me deja actuar. Y la escapada propuesta por mi gran amigo Pepe me pareció una gran idea. Una escapada a la siempre verde Sierra de Cazorla, donde el murmullo del agua te acompaña a caso paso que das. Este lugar en otoño es increíble pero en esta época de sequía aporta un refrescante momento a nuestras acaloradas vidas de crisis y rigores del verano.
La compañía propuesta es la mejor que se puede desear, (bueno, por desear, podrían haberse apuntado otras personas a las que aprecio mucho y que por diversos motivos no han podido unirse a la expedición) Pepe, su hermano Javi y mi prima Bea. El objetivo proincipal, la ruta por el río Borosa en busca de la Cerrada de Elías para disfrutar de una caminata sobre el río y un posible baño refrescante en alguna de sus numerosas pozas.
Pero antes de eso, había que llegar a la localidad de Cazorla, donde se encontraba nuestro alojamiento. Un alojamiento con un posibilidades increíbles. La casa es grande y espaciosa y el salón, inmenso con sofás cómodos y una gran chimenea que para el invierno tiene que ser una verdadera pasada. Un lugar muy recomendable, con unas vistas de la sierra fantásticas.
Tras la noche, una noche calurosa que de madrugada refrescó lo suficiente como para que necesitase taparme con la sábana, o quizás fuese que quería creer que necesitaba taparme porque estaba en Cazorla y ahí debe hacer fresco sí o sí; un buen desayuno acompañado con viandas del lugar no ayudaría a coger fuerzas para realizar la ruta.
La ruta es muy bonita, pero la época no es la mejor, no solo por el calor, que por suerte un día nublado mitigó la pesada carga del Sol, sino por la masificación del lugar, se nota que esta ruta es la más conocida del Parque Natural, porque había gente por doquier. Esa sensación de estar en una calle de tiendas con gente por todos lados y niños gritando no me gusta nada, pero es el precio a pagar por estar en uno de los lugares de España más privilegiados. Aun así conforme andábamos, había menos gente, se quedaban en pozas a refrescarse y comer, y nosotros teníamos el objetivo claro, llegar a las pasarelas. El camino con el río es un placer, si en algún momento sientes calor o te fallan las fuerzas, miras al lado o prestas atención al sonido del agua y te refresca los suficiente como para animarte a seguir andando y así llegamos a la famosa Cerrada de Elías una lugar espectacular, no decepciona, si bien tengo que decir, que esperaba algo más largo, ya que no llega a más de 150 m de longitud ese tramo, pero aun así es muy bonito y las vistas del río son increíbles.
Subimos un poco más arriba de esta zona donde encontramos un lugar perfecto para refrescarnos y comer y regresamos con gratas sensaciones y con la idea que el viaje fue todo un acierto.
Por esta zona me faltó la compañía de alguna persona más que hubiese disfrutado mucho de estas maravillas. Otra vez será.
No hay comentarios:
Publicar un comentario