Este fin de semana pasado, completé un nuevo tramo del Sendero Sulayr, concretamente el que va desde La Polarda a La Roza, en sentido opuesto al propuesto, es decir, saliendo desde La Roza.
El tramo me resultó aburrido en su primera mitad, donde la pista forestal es la protagonista, cierto es que hay momentos en que las vistas de las cumbres mitigan ese aburrimiento, pero no deja de ser pesado caminar por una pista forestal, más si cabe cuando caminas entre pinos enfermos por la Procesionaria del pino. La pista estaba invadida por innumerables filas de esta procesionaria que se dirigen a un lugar donde enterrarse y completar su metamorfosis. Es increíble la cantidad e orugas que encontramos.
Llega un momento que la ruta toma otro color, dejamos la pista y nos adentramos en un sendero que sube ladera arriba entre el pinar, esto ya me parece más interesante, pero lo mejor está más arriba, abandonamos el pinar y entramos en uno de las mejores representaciones de encinar de Sierra Nevada, el Encinar de Montenegro. Este es un encinar precioso, con ejemplares de buen porte. Caminar por esta parte del sendero es una gozada, más si cabe cuando el día acompañaba para caminar. Una de las fotos que os dejo en esta ocasión corresponde al interior de este encinar, la nieve en las laderas adyacentes ayudaba a incrementar el encanto de este lugar, y aunque supongo que más entrado el calor, el paisaje se verá un tanto más áspero, si recomiendo esta visita para conocer este lugar, siempre con respeto y manteniendo limpio el lugar.
Más arriba, el encinar acaba y son los arbustos y rocas desnudas las que toman el protagonismo en el paisaje, un lugar increíble también. La segunda imagen pertenece a esa zona. Después nos adentramos nuevamente en el pinar para llegar al cortafuegos de la Polarda donde acaba este tramo. Después de eso me lancé a tumba abierta en un descenso fantástico lleno de sensaciones por estos lugares. Descendiendo corriendo hace que no disfrutes el paisaje visualmente, pero lo disfrutas de otra manera. Me lo pasé de fábula, quizás el mejor momento de la ruta. Corriendo esquivando ramas, saltando piedras y charcos, manteniendo el equilibrio en las zonas con nieve y hielo. La atención siempre puesta en el metro que tienes delante hace que liberes la mente de otras preocupaciones y puedes sentirte liberado por unos instantes. Impagable sensación.
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