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Un día especial para ella, un día especial para mi mismo...

Y llega el día en que te toca realizar un tipo de trabajo diferente al que estás acostumbrado y llega el día en que tienes que salir de la burbuja de seguridad en la que te has instalado a lo largo de los tiempos fotográficos que te contemplan. Y ese día me llegó el 4 de mayo de este mes de Mayo.
Adriana, la primera hija de Pepi y mi amigo Sergio esperaba a recibir el Bautizo y me pidieron que realizase las fotografías del evento. En un primer momento te pones a pensar si estás capacitado para realizar un trabajo así, empiezas a pensar si tu equipo es lo suficientemente versátil como habías pensado en otras ocasiones (en campo abierto mi equipo se comporta de manera más que aceptable y excelente en algunos casos) porque en un evento de estas características prima la velocidad para capturar esos momentos que se van a convertir en los recuerdos de toda la familia.

Tras pensarlo un poco me decidía a llevar a cabo el encargo, a sabiendas que mi equipo no es el mejor quizás, pero escudado en su versatilidad y en una habilidad para estos momentos que todavía no sabía que tenía. De manera que acepté y me preparé para tal evento.
Para el día señalado había limpiado a conciencia todo lo que se puede limpiar en un equipo fotográfico, nada debía fallar en ese aspecto para así poder disparar a discreción sin ponerme a pensar en lo sucio que tengo la lente o el filtro. Decidí disparar sin filtros protectores para maximizar la nitidez de mis objetivos y pensé que debería utilizar unos ISOs altos para compensar mi falta de luminosidad.
Una vez dentro de la iglesia, Sergio me comentó lo que se iba a hacer y que tendría carta blanca para moverme como quisiera por lo que me puse a ver el mejor sitio para obtener las primeras instantáneas, y creedme si os digo que por mucha libertad que te den, no la tienes e absoluto, porque me quedé paralizado al principio dando al botón disparador sin moverme del primer rincón en el que me coloqué. Quería captar tanto que me quedé bloqueado allí en el rincón, pero al final me pude soltar y me fui moviendo.

Una cosa que sí saque en claro es que hay que moverse deprisa y sobretodo anticiparse a los actos programados porque sino te pierdes el gesto la mirada. Es un trabajo que estresa porque no puedes parar, mirando por el objetivo con un ojo y mirando por el rabillo del otro ojo al resto de la iglesia por si pasa otra cosa. Corre, muévete, agáchate, súbete a algo, pufff... pero al final creo que saqué cosas interesantes que espero que a la familia le guste, entre ellas estas dos fotografías en primer plano de Adriana, la protagonista de este día y que tiene unos ojos que llaman muchísimo la atención.
Quiero agradecer a Sergio y a Pepi la confianza puesta en mi para la labor de retratar un día tan especial. Fue una experiencia más en este mundo fotográfico que tanto me apasiona y fue una forma de dar el salto a una disciplina, que aunque no es la que más me llena sí podría reportarme algún que otro beneficio (imaginad a lo que me refiero) He aprendido algunas cosas importantes para hacer fotos de este tipo de eventos que espero poder aplicar en futuros encargos.

Quiero también agradecer a Sergio que me permita subir estas dos imágenes de su preciosa niña para ilustrar esta entrada en el blog.

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